
Durante su vida en las jaulas los zorros desarrollan comportamientos patológicos derivados de su reclusión: miedo extremo, automutilaión, infanticidios o canibalismo.
Los zorros son llevados a los mercados de pielas. Alli se le golpea en la cabeza con un palo de metal o de madera con el objetivo de aturdir al animal para que no ofrezca resistencia. Después son colgados con las patas traseras y son despellejados con un cuccchillo empezando por el vientre después por las patas y finalmente arrancando toda la piel hasta que se separa por último de la cabeza. En muchas ocasiones los zorros siguen vivos durante y después del proceso, habiendose observado a los animales despellejados moverse y parpadear hasta 10 minutos después de que les arrancasen la piel.
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